Access your downloads at our archive site. Visit Archive
Article

Hermanos por debajo de la piel

En su entendimiento, sea un hombre. Rechace las niñerías de “¡Que me muera si no es verdad!”, sin importar la forma moderna que pueda asumir en la blogosfera de hoy, siempre cambiante.

Martin G. Selbrede
  • Martin G. Selbrede
Share this

El columnista del New York Times Thomas L. Friedman, ganador de tres premios Pulitzer, escribió recientemente un editorial sobre la tendencia de los combatientes musulmanes del Medio oriente de usar máscaras de esquiar, incluso en las guerras civiles de unos contra otros.1 El descriptor del artículo resume la posiciòn de Friedman: “Las máscaras oscuras que disimulan motivos y fidelidades se han convertido en el uniforme del día en el mundo del desorden”. Además del anonimato intencional (gracias al cual los que las llevan se protejen no solo de la mirada de sus padres, amigos y vecinos, sino de todos los testigos), Friedman ve implicaciones adicionales en esa práctica.

Ponerse una mascara es también una manera de obtener poder y resaltar la masculinidad. La gente con máscaras negras son siempre más atemorizantes, no solo físicamente, sino porque su completo anonimato sugiere que no responden a nadie ni a ninguna ley. En nuestra sociedad, por lo general, son solo los ladrones, los violadores y los miembros del Ku Klux Klan los que llevan máscaras, bien sea para aterrorizar a los demás o para hacer mas fácil violar la ley.La máscara dice literalmente: “No acato las reglas. Tengan miedo, mucho miedo”.
... Las guerras contra hombres y bandas enmascaradas, cuyas verdaderas identidades, agendas, reglas y aspiraciones nunca están claras, serán la norma.

Friedman cita a Yaron Ezrahi cuando dice: “Igual que como esta nueva violencia no tiene un frente, tampoco tiene un rostro. No tiene fronteras”. Friedman termina su valoración en términos concluyentes:

Es por eso que estas máscaras anuncian una cosa más: Estos jóvenes no se subordinan a nadie que esté por encima de ellos. No tienen grados. Ningun líder podrá jamás estar seguro de su fidelidad. Cada hombre enmascarado es un general.

¿Cuándo fue que este principio, el principio del anonimato al hacer la guerra, entró en el pensamiento cristiano? Respuesta: en el ámbito de Internet, en el que unos autodesignados guardianes de la llama cultivan un anonimato mantenido cuidadosamente para atacar a otros cristianos. Los paralelos (y son muchos) son verdaderamente asombrosos: los hombres con máscaras de esquiar y fusiles en Gaza son hermanos de los cristianos que editan y mantienen frentes de sitios web para conducir una guerra ilícita y desordenada contra otros cristianos. Y la dinámica de operación tiene perfiles casi idénticos, con la salvedad de que los cristianos se dedican a asesinar caracteres en vez de al asesinato en sentido literal.

Desmenucemos esto: ¿Cuál ha sido la posición de calcedonia con respecto al anonimato y cuáles son las implicaciones bíblicas de esa práctica?

Por lo que conozco, en los 42 años de existencia de Calcedonia solo dos artículos han sido publicados bajo seudónimos. El primero lo fue en el noveno año de Calcedonia, en la primera Revista de Reconstrucción Cristiana (Journal of Christian Reconstruction) cuando un geólogo que estaba trabajando en su tesis doctoral dio su nombre como un anagrama del verdadero para un artículo que había escrito (que era, de hecho, simplemente la reimpresión de un artículo publicado previamente por el Instituto de Investigaciones de la Creación).2 El autor no quería comprometer su carrera y sus años de estudio laborioso con una asociación abierta con los creacionistas, hasta que recibiera su doctorado por sus méritos. R. J. Rushdoony evidentemente permitió que se mantuviera el anagrama, aunque la identidad es ahora del conocimiento público. Significativamente, el artículo no atacaba a nadie. No había un atomo de asesinato de carácter en él.

La segunda y última vez que se usó un seudónimo fue un cuarto de siglo más tarde, y el nombre del autor estaba claramente identificado como un seudónimo en el artículo y que no había nadie llamado Alex Hammer (¡aunque se publicó su foto!). El artículo no atacaba a nadie; de hecho, fue uno de los mejores artículos en el número en que apareció, y era muy constructivo y reconciliador. Esta ha sido la medida en que Calcedonia se ha involucrado en el anonimato de sus escritores y estudiosos (un promedio de una vez cada 21 años) lo cual ha sido obviamente inocuo y extremadamente escaso. Ninguno de los dos casos ocurrió durante mi período como miembro de la junta de Calcedonia, por tanto mis manos están doblemente limpias y pasamos al siguiente punto.

El problema teológico

El problema teológico que plantea la creación de sitios web anónimos, que parecen comportarse como si fueran meta-ministerios para juzgar a los otros ministerios, se deriva de un pasaje clave del Sermón del Monte.

Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. (Mateo 5:34–37)

¿Qué tiene que ver este pasaje con el asunto que nos ocupa? Analicémoslo un poco más cuidadosamente y extraigamos sus implicaciones.

La razón por la que la gente jura después de hacer una afirmación es sencilla: para añadir más peso, credibilidad, énfasis, autoridad y fuerza a lo que están diciendo. Su palabra desnuda, sin adornos, es vista como inadecuada; debe ser embellecida para penetrar en los demás, de modo que se vean obligados a aceptarla. Esos juramentos son un intento de añadir fuerza divina a las palabras humanas, de apropiarse de Su autoridad y ponerla al servicio del discurso humano. Es, pura y simplemente, un juego de poder, con el propio lenguaje en el tajo.

Esta mentalidad se manifiesta entre los niños. Los adultos la recordamos de nuestra propia niñez. Si otro niño hacía una afirmación que rechazábamos, reforzaba la credibilidad de su declaración con una fórmula pueril como “¡Que me muera si no es verdad!”. Estos juramentos de auto-maldición están destinados a otorgar una fuerza y poder adicional a la afirmación original, que es difícil de creer.

Nuestro Señor parece abreviar dos implicaciones culturalmente perniciosas de semejantes juramentos, que están destinados a reforzar el y el no de una persona, de modo que se conviertan en un super-sí o un super-no, marcados con el sello de un imprimátur divino. En primer lugar, Jesús quiere que nuestro sí signifique realmente sí y que nuestro no signifique realmente no. Nuestra afirmaciones deben ser sin engaño. Segundo: necesitamos que nuestro sí sea expresado como un simple sí, sin ningún intento de añadir a nuestras palabras ninguna fuerza extra, social ni cultural, por una fórmula mecánica. Un simple sí o no, y que los hombres y mujeres se reconozcan unos a otros bajo Cristo, es lo que ordena el Señor. Todos los intentos de añadir a nuestras comunicaciones y exclamaciones un aliento, poder e impacto adicionales por medios mecánicos —en otras palabras, de reforzar y ampliar más allá de un sencillo sí o no— son malos. Es así de simple.

¿Por qué es malo? Es malo porque tal amplificación ilícita de la autoridad termina destruyendo toda autoridad, ya que de continuo levanta la parada de lo que hace falta para ser creído en nuestra cultura. Igual que nos desensibilizamos ante las estadísticas de las bajas de una guerra cuando se tornan demasiado elevadas, nos embotamos ante el impacto del idioma cuando lo deformamos para servir a agendas humanas. Una forma importante de deformar el lenguaje es buscar medios para ampliar nuestra autoridad y obtener una credibilidad ilícita para nuestras declaraciones y posiciones. Estoes lo que se condena en el Sermón del Monte: la inflación de la credibilidad abarata y defrauda la credibilidad de todo el mundo. Note que la Biblia no apoya la idea de que el fin justifique los medios: los medios malos hacen que el fin sea malo, sin importar lo bien intencionado que ese fin pueda ser. Esto también es sencillo, y por tal razón estas guías éticas sencillas son ignoradas de continuo, cuando no atacadas abiertamente, incluso por supuestos cristianos.

La elaboración de un sitio web destinado dar la impresión de ejercer una supervisión independiente, imparcial y objetiva de otros ministerios, cuando en la realidad lo que hace es ocultar la actividad de otras entidades que quieren dar la impresión de una aprobación externa de sus posiciones, constituye una violación del mandamiento del Señor. Me doy cuenta de que estamos hablando de cristianos que hacen precisamente esas cosas. Ellos perjudican a su causa en vez de ayudarla (aun cuando fuere legítima) cuando se comportan de esa manera. De hecho, su causa pierde legitimidad cuando se dedican a esa conducta espuria.

¿Y qué es lo que les vemos a esos sitios web de común con lo que dijo Thomas L. Friedman de los hombres enmascarados de Gaza? “Cada hombre enmascarado es un general”. No rendir cuentas a nadie, pero hacer que todos le rindan cuentas a él, obviar toda la realidad eclesiástica con la máscara de ese meta-ministerio anónimo. Esos medios con base en la Internet pueden ser deformados para que sean una nueva forma de jurar por el estrado de los pies del Señor, o por el templo, o por el cabello de su propia cabeza. El anonimato da la impresión de que hay muchos testigos, cuando en realidad puede haber uno solo, viviendo múltiples vidas virtuales en la Internet. Si ese testigo fuera verdaderamente a dejar que su sí fuera sí y su no fuera no, tendría que salir al claro y abandonar su anonimato. Como eso revelaría el engaño de que han amplificado el efecto de sus palabras hablando a través de múltiples personalidades falsas (como hacen los que se escriben a sí mismos para dar la impresión de que hay tráfico en sus sitios) lo más probable es que el temor a ser descubiertos impida la contrición.

Calcedonia les desea a esas personas que se arrepientan de su anonimato y les devuelvan coherencia a sus normas bíblicamente definidas, pero lo que creemos es que la tiniebla aborrece a la luz porque la luz deja en evidencia las obras de las tinieblas. La elaboración de sitios web anónimos para multiplicar y ampliar la autoridad de un solo guerrillero y convertirla en la opinión de peso de un grupo objetivo continuará, en primer lugar porque es efectiva. Muchas conductas no bíblicas, despuñés de todo, son altamente efectivas. Solo un cristiano bien informado le daría la espalda a esos ministerios, pero como el cristiano promedio no puede refrenarse del persistente mal del chisme personal, nos queda mucho por delante para que se cierre la llave de los sitios web anónimos.

Digámoslo de manera sencilla: Si un sitio web que critica a otros cristianos o a sus ministerios es anónimo, no está actuando como un sitio cristiano. Ya está violando lo que dice el Sermón del Monte (y en este análisis no he llegado a otros pasajes como “no mintáis los unos a los otros”). El anonimato significa que no hay rendición de cuentas,3 excepto a uno mismo. El espíritu de esos sitios web queda manifiesto en su rostro. Esos sitios presentan un rostro falso. Crean algo parecido a la “confusión de rostro” que Daniel lamenta en Daniel 9:7. Córteles el agua hasta que se revelen en la luz cegadora de la verdad. Si no se quitan la máscara de esquiar, apártese de ellos y no tenga más nada que ver con ellos. Esos sitios son en realidad Ministerios Máscara de Esquiar. Hasta que se arrepientan de su rebelión contra Cristo en ese aspecto, no tiene sentido rebuscar el valor de sus argumentos (si es que tienen alguno). Ya han jugado sucio con el idioma al amplificar de manera ilícita su impacto. Han jurado por el nombre de sus diversos URL punto-com que son guías confiables, pero el hoyo al que lo guiarán puede estar a pocos pasos de distancia. Ya se han desviado del “camino de santidad” (Isaías 35:8). Obviamente se arriegan a ser desenmascarados (y unos pocos ya se han retractado al verse atrapados por las palabras de sus propios labios) pero destruyen y defraudan todo el discurso cristiano cuando realizan su actividad detrás de la máscara de esquiar de un sitio web anónimo.

Cristo no daría a tales personas por inocentes. No hay excusa para ello. Ninguna. Tales personas han sido astutas como serpientes, pero no sencillas como palomas, porque le han dado la espalda a la más poderosa instrucción ética de Cristo al respecto. Ore por que vean la luz y se quiten sus máscaras de esquiar.4

Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas. (Lucas 12:3)

Esos sitios web anónimos son parte del “mundo del desorden” de Friedman. Un sitio web así refleja una obra de las tinieblas, sin importar lo que contiene la prosa, porque ha violado el Sermón del Monte. Es una amplificación ilícita de la autoridad por la vía de la máscara de esquiar. Si la gente detrás de esos sitios web alguna vez tuvieron una razón legítima que exponer, la han echado a perder casi sin remedio con su iniquidad al contender por la verdad. Si eso es así, su conducta es doblemente ofensiva. Hubiera sido mejor que no tuvieran ninguna razón legítima antes que tener una y haberla descartado de la manera en que lo han hecho

Manténgase firme frente a tales violaciones del Sermón del Monte. Aprenda a identificar las formas modernas de “jurar por el Templo” o de aumentar falsamente el poder de sus propias palabras cuando se aparte de la sencillez de decir si y no. Sea sabio con los trucos que se pueden hacer en la Internet y dése cuenta de que los cristianos no están exentos de incurrir en ellos.

En su entendimiento, sea un hombre. Rechace las niñerías de “¡Que me muera si no es verdad!”, sin importar la forma moderna que pueda asumir en la blogosfera de hoy, siempre cambiante.

1. Thomas L. Friedman, “How do you fight a war where both sides wear masks?” (“¿Cómo pelear en una guerra donde ambos bandos usan máscaras?”) que apareció en el Houston Chronicle del miércoles, 20 de junio de 2007, pág. B9.

2. Gary North, ed., The Journal of Christian Reconstruction, Vol. 1, No. 1, Verano de 1974 “Symposium on Creation,” (“Simposio sobre la Creación”) 28.

3. Note que para que se me considerara miembro de la junta de Calcedonia, fue necesario establecer que era responsable ante una iglesia local ortodoxa, a pesar de mi larga asociación con Calcedonia. Como anciano de la Iglesia Presbiteriana de América, pude cumplir con este requisito. Pero una entidad anónima está más allá de la aprobación bíblica.

4. Por supuesto que pueden tener algo que ocultar, algo que sea suficiente para motivar un anonimato continuo con pretextos (muy probablemente) falsos. Pero este es precisamente el quid de la cuestiòn. Jesús lo hizo todo abiertamente, no en un rincón.


Martin G. Selbrede
  • Martin G. Selbrede

Martin is the senior researcher for Chalcedon’s ongoing work of Christian scholarship, along with being the senior editor for Chalcedon’s publications, Arise & Build and The Chalcedon Report. He is considered a foremost expert in the thinking of R.J. Rushdoony. A sought-after speaker, Martin travels extensively and lectures on behalf of Christian Reconstruction and the Chalcedon Foundation. He is also an accomplished musician and composer.

More by Martin G. Selbrede