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El fundamento del currículo cristiano

Digamos que usted quisiera preparar a un embajador para el servicio diplomático. ¿Qué implicaría eso?

Andrea G. Schwartz
  • Andrea G. Schwartz
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Digamos que usted quisiera preparar a un embajador para el servicio diplomático. ¿Qué implicaría eso?

Si es un principiante, usted se aseguraría de que el candidato estuviera bien versado en la ideología y las prácticas de su país y estuviera preparado para discutir, defender y promover los intereses de su nación en el país adonde fuera a servir. La selección se haría en base de aquellos que estuvieran de acuerdo de todo corazón con las metas y propósitos de su país y se hubieran verificado para asegurarse su lealtad cuando estén viviendo en esa cultura extraña. Usted se aseguraría de que cualquiera que fuera enviado estuviera además versado en la cultura y las perspectivas del país de destino, para que fuera capaz de llevar a cabo los deberes y responsabilidades de su llamado efectiva y productivamente.

¿No están encargados los padres cristianos de la misma responsabidad al preparar a sus hijos para ser embajadores de Jesucristo de acuerdo con la Gran Comisión? Antes que consideráramos enviarlos en una misión semejante, ¿no necesitaríamos cerciorarnos de que estén bien aleccionados en los detalles de la fe cristiana tal y como se aplican a las situaciones cotidianas? ¿No querríamos que fueran capaces de explicar en una forma coherente lo que hace que Jesucristo sea el Camino, y la Verdad, y la Vida?

En otras palabras, ¿a qué se parecería un currículo cristiano, uno diseñado para impartir una visión bíbicamente cristiana del mundo y de la vida?

He irritado a unas cuantas personas por cuestionar que apunten an sus hijos en el sistema de escuelas públicas. De hecho, me han dicho en reiteradas ocasiones los pastores y ancianos cristianos que no sea divisiva en ese sentido. Para muchos, es un asunto que se resume como estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo. [“Vamos a dejarlo así.”]

La suposición subyacente de ellos es que la Educación es un tema sobre el cual el Señor no tiene una opinión definida. Para ellos, la asistencia a la iglesia los domingos y la participación en la Escuela Dominical o en los Clubs Awana es todo el requisito de la Educación Cristiana que los niños necesitan: la instrucción religiosa se maneja mejor en la iglesia, y no hay necesidad de examinar todas las asignaturas (Historia, Ciencias, Literatura, etc.) a partir de la Palabra de Dios.

A menudo desafío a estas personas y les pregunto esto: Siendo cristiano ¿por qué no enviaría a sus hijos a una escuela musulmana? ¿A una escuela hindú? ¿A una escuela mormona? La respuesta: ¡Porque somos cristianos y no queremos que nuestros hijos sean influidos en contra de nuestras creencias religiosas! Mi siguiente pregunta es: Si es cristiano ¿por qué está enviando a sus hijos a una escuela misionera que enseña, predica y manda la religión estatal del humanismo? Como dice acertadamente Rushdoony [Fundador de Calcedonia]:

Un currículo del Estado, para ser fiel a sí mismo, debe enseñar el estatismo. Un currículo cristiano, para ser fiel a sí mismo, debe ser cristiano en todo sentido.1

Muchos cristianos profesos siguen matriculando a sus hijos en las escuelas operadas por el Estado y con eso establecen una situación esquizofrénica: Jesucristo es proclamado Rey de reyes y Señor de señores los domingos (y en la iglesia), pero de lunes a viernes Su Nombre está prohibido, no se le puede reconocer, ni siquiera orar dentro de los muros de la escuela gobernada por el Estado adonde van para ser educados. ¡De hecho, a menudo la única manera aceptable de mencionar el nombre del Señor en público es tomarlo en vano!

Dicho esto, hay mucho más en el currículo primario y secundario que nada más que incluir el nombre de Jesús antes o en medio del día de clases. Cristo debe ser la raíz y la rama de cualquier asignatura —difundida a través de curso completo de estudios de Historia, Ciencias, Literatura, Lenguaje y Matemática. Los niños deben entender que no podrán comprender adecuadamente el mundo en que viven separados de la palabra de Dios, según está contenida en las Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamentos. Y cito de nuevo a Rushdoony:

El curriculo bueno será el currículo relevante, y la relevancia requiere dos factores: un mundo de absolutos y un mundo de cambios. No es suficiente asirse de los absolutos de Dios: deben estar relacionados continuamente y de forma fresca con los tiempos cambiantes.2

Rushdoony solía llegar y dar conferencias en mi casa allá por los noventa y repetía una y otra vez la necesidad de que miráramos todas las áreas de la vida y el pensamiento a través del cristal de la Escritura, porque sin esa corrección de la vista estábamos sentenciados tanto a la miopía como a la presbicia que producían el pecado y la desobediencia. Gracias al ímpetu de su enseñanza llegué a comprender que yo era personalmente responsable de comprender las implicaciones de mi fe para enseñar y preparar adecuadamente a mis hijos para la edad aadulta.

Ahí es donde está el problema. Demasiados padres cristianos han renunciado a este papel de ser los educadores principales de sus hijos, pasándole el batón a un sistema escolar para que se haga cargo de preparar a sus hijos para la vida y el mundo como adultos —lejos del sometimiento a la ley y palabra de Dios. En muchos casos esos propios padres tienen poco o ningún interés en ser educados ellos mismos en una cosmovisión bíblica. Profesan con sus labios que quieren hijos que vivan y actúen como cristianos, pero con las normas camaleónicas del mundo casi cualquier cosa sirve. Lo que obtenemos es una iglesia llena de “bebés cristianos” en el mejor de los casos (Hebreos 5:13) y de hipócritas en el peor (Mateo 7:21).

Los padres deben ser capaces de discerner todos los eventos actuales y los asuntos del día desde una perspectiva bíblica. Si deciden que la mejor forma de educación es una escuela diaria, en vez de educar a sus hijos ellos mismos en el hogar, entonces deben buscar una escuela dedicada a enseñar TODAS las materias desde una perspectiva bíblica. Lo que es más, deben sostenerse discusiones periódicas en horario de almuerzo y en el carro, para evaluar los frutos de la enseñanza de la escuela, por no decir nada del efecto que tienen en sus hijos los valores y normas de los condiscípulos.

Lo que sigue es un análisis no exhaustivo de algunas de las diferencias fundamentales entre el cristianismo y el humanismo en su efecto sobre la educación, extraídas del libro de Rusdoony La filosofía del currículo cristiano3 (ver gráfico).

Como es evidente de esta comparación, los productos (graduados) de una educación secular y los de una educación deliberadamente cristiana serán radicalmente diferentes. Lo que es más, esos mismos individuos percibirán los asuntos y las opciones éticas muy distinto. ¿Por qué habríamos de esperar la conversión de los no creyentes cuando aquellos que profesan la fe a menudo tienen las mismas convicciones económicas, políticas y sociales?

Debemos recordar siempre que hay una guerra en marcha desde la Caída del Hombre. Para citar de nuevo a Rushdoony:

La Educación es por tanto el área de poder en el mundo moderno y la arena para la lucha entre el cristianismo y el humanismo. Si el humanismo puede mantener el control de las escuelas, la lógica de la educación creará entonces más y más modernismo, porque el modernismo es sencillamente el humanismo a cargo de la iglesia. Producirá, en las iglesias que supuestamene le creen a la Biblia, una fe que tendrá la apariencia de piedad, pero que negará la eficacia de ella (2 Tim. 3:5).

La recuperación de la eficacia de la piedad requiere por tanto una ruptura radical con el humanismo y la educación humanista. Quiere decir que una doctrina de educación realmente bíblica debe gobernar la Escuela Cristiana. Nuestra esperanza está entonces, no en las apariencias externas ni en los métodos, sino en ese significado y esa verdad que están encarnados en Jesucristo.4

Hay mucho en juego para seguir con esta desobediencia continua entre los cristianos profesos. Todas las consideraciones que se han usado para justificar y bautizar el sacrificio de nuestros hijos en los altares modernos de Baal debemos confesarlas y arrepentirnos de ellas. Debemos alentar la Educación Cristiana tanto en la educación hogareña como en la escuela diaria. Si queremos realmente hacer discípulos a todas las naciones, debemos comenzar por nuestros propios hogares e iglesias.

1. R. J. Rushdoony, Philosophy of the Christian Curriculum (Vallecito, CA: Ross House Books), 12.

2. Ibid., 14.

3. Ibid., 172–173.

4. Ibid., 161.